La Peninsular
Cantina ubicada en la calle Corregidora 26 casi esquina con Roldán en pleno corazón del Centro Histórico, se convirtió en la más antigua una vez que cerraron el Nivel. Este lugar acaba de abrir sus puertas después de haber estado cerrado por remodelación.
Puedes entrar por cualquiera de las dos entradas, las cuales se encuentran escondidas detrás de varios puestos y vendedores ambulantes. En esta cantina encontrarás una pequeña barra donde preparan las bebidas y cocteles, si asistes antes de la hora de la comida es seguro que encuentres mesa, en la que serás atendido por alguno de sus amables meseros, quienes inmediatamente te ofrecerán botana así como la carta de alimentos y bebidas; si comentas que deseas conocer más de la historia de la cantina, rápidamente te muestran una decena de fotos y documentos para explicarte a profundidad todo lo que deseas conocer al mismo tiempo que disfrutas un refrescante mojito y lo acompañas con unos deliciosos frijoles charros y una pancita.
La dinámica de convivencia en la Peninsular es bastante peculiar, ya que puedes encontrar a cuatro generaciones distintas en un mismo espacio, desde las familias que asisten el fin de semana con niños pequeños que juegan entre las mesas, jóvenes que entran para beber algo refrescante y tomar algún aperitivo, parejas adultas que acuden a beber, al igual que adultos mayores que desde distintas mesas beben y platican con gente de su misma edad.
En cuanto a los cambios que ha sufrido La Peninsular desde sus inicios, encontramos que la barra disminuyó su tamaño, lo que ha ocasionado que los comensales que gustaban de sentarse en este espacio representativo de la cantina, ahora lo tengan que hacer en las mesas, provocando, en opinión de los locatarios y meseros, que se pierda el sentido de camaradería entre extraños. Así mismo, la incorporación de alimentos al menú ha contribuido a que su clientela sea más diversa, ya que anteriormente quienes asistían principalmente eran adultos varones por lo general habitantes del barrio para beber y jugar.
Al conversar con algunos de los asistentes que se encontraban en el lugar, nos comentaron que si bien sigue siendo un lugar simbólico del barrio, del Centro Histórico y de la Ciudad de México, ellos consideran que se ha perdido la tradición de asistir a las cantinas ya que la gente no las conoce, se siente más atraída por asistir a otro tipo de espacios, así mismo los meseros y locatarios, comentan que el programa de Noche de Cantinas no los ha beneficiado, dado que la gente sólo está por un reducido y limitado tiempo, por lo que su consumo es poco y ellos como establecimiento deben esperar hasta altas horas de la noche para esperarlos.
Costo
Ambiente
Tradicional
Bebida y Comida